jueves, 2 de marzo de 2017

La galería Windsor cierra sus puertas


Roberto Sáenz de Gorbea vacía estos días la galería Windsor, que cierra después de 46 años.Foto: José Mari Martínez
Roberto Sáenz de Gorbea vacía estos días la galería Windsor, que cierra después de 46 años.Foto: José Mari Martínez
BILBAO - Windsor Kulturgintza es la galería de arte más veterana de Euskadi y una de las más antiguas de todo el Estado. Ahora, su propietario, Roberto Sáenz de Gorbea, ha decidido cerrar sus puertas, tras 46 años de haber protagonizado una gran parte de la vida artística de la capital vizcaina. “Ha sido muy complicado tomar esta decisión, pero necesaria”, confiesa Roberto Sáenz de Gorbea, que asumió el año pasado también la dirección de la feria FIG Bilbao. “A la difícil situación económica, se une también una crisis del modelo de estructura, es necesario una reflexión. Vivimos una época de cambios profundos, también en el ámbito cultural. Las instituciones públicas no invierten dinero en adquirir arte y no hay recambio natural de coleccionistas. No hay mercado, la sociedad que se acercaba a nosotros para solicitar una obra ha desaparecido. Las nuevas generaciones no compran arte, amplían una foto por 40 euros y sustituyen con ella un cuadro. No vienen a las galerías para visitar exposiciones, ni siquiera muchos alumnos de Bellas Artes acuden a verlas. Recuerdo que cuando la galería abrió sus puertas, venían constantemente, querían conocer lo que se hacía en el mundo artístico. En la actualidad, piensan que con las nuevas tecnologías ya tienen cubierta esa necesidad. Incluso muchos artistas ya ni siquiera quieren organizar exposiciones, tienen que invertir una cantidad considerable y luego no venden obra. No les resulta rentable”, explica. 
Sáenz de Gorbea se queja también de que la figura del galerista “está ninguneada. No recurren a nosotros y somos mucho más que un agente que vende y compra, somos dinamizadores. No hay respeto a la profesión. Se dirigen directamente al artista para adquirir obra, hay que darle el valor que tienen a los galeristas”. 
Windsor no es la única galería que cierra en los últimos años, también han echado la persiana en los últimos meses otros espacios en la capital vizcaina como Kalao o Aritza, esta última después de 44 años de exposiciones. “Y los que hemos estado abiertos hasta ahora es casi por heroísmo; conozco a algunos compañeros míos que están atravesando también una situación muy preocupante, con resultados económicos muy negativos. No sé hacia dónde vamos a ir, pero creo que habrá más cierres en el futuro, aguantarán hasta que puedan”. 
Reconoce que uno de los aspectos que más ha dañado también a las galerías es el concepto del arte como inversión. “Es una palabra que habría que desterrar de nuestro ámbito, resulta negativo hablar en esos términos. Desgraciadamente, durante los últimos años se ha concebido el arte solo como una inversión, como un refugio para especular, ha sido una locura, pero hay que recuperar el concepto de que no es una inversión, es una necesidad, una satisfacción, un diálogo continuo con el artista. Para ello, hay que reforzar las sensibilidades artísticas, algo difícil desde el momento en el que el PP ha suprimido las asignaturas de Humanidades en la enseñanza”. 
COMIENZOS Estos últimos días están siendo para Roberto Sáenz de Gorbea muy emotivos. Mientras recoge libros, pinturas, escritos -toda una vida- echa la vista atrás y rememora los comienzos, junto con su hermano, el historiador y crítico de arte de DEIA, Xabier Sáenz de Gorbea. Una época en la que ambos iniciaron su aventura cultural junto a su padre Miguel, que fundó el primer local de Windsor -una cafetería de aire inglés (de ahí el nombre), en la calle Marqués del Puerto-, en 1971 y que sirvió de lugar de tertulia artística. 
En ese lugar, muy concurrido, se exponían algunas de las adquisiciones de su propietario, y ocasionalmente también se compraban y vendían cuadros entre los coleccionistas que lo frecuentaban. Por allí pasaron obras de Losada, Iturrino, Arteta o Ramiro Arrúe. 
“Siempre le estaré agradecido a mi padre porque nos inculcó el interés por el arte, por la cultura. En 1989, nos trasladamos al actual espacio, en la calle Juan de Ajuriaguerra”, explica Roberto, que asumió la dirección de Windsor, reforzando la tendencia aperturista del espacio artístico. Windsor se concentró en el arte último que se producía en el ámbito vasco: Badiola, Irazu, Anda, Catania, Goenaga, Gortázar, De la Fuente, Tamayo, Urzay, Lazkano, Rementería o los Roscubas, entre otros. Y dando entrada a la oleada de artistas que salían de Bellas Artes. Además, han expuesto importantes creadores españoles como Miró, Tapiès, Brossa, Carmen Calvo, Gordillo, Pérez Villalta, Broto…- y otros extranjeros. 
Pero Roberto, siempre ha pensado que una galería era más que un lugar donde colgar cuadros, y ha reservado un espacio para el encuentro de artistas, coleccionistas y aficionados al arte contemporáneo. 
PROYECTOS FUTUROS A partir de ahora, Gorbea asegura que tendrá más tiempo para dedicarlo a la feria Internacional de Grabado en Bilbao, de la que asumió el año pasado su dirección. Miembro del comité organizador de Arco durante más de 20 años, ha sido responsable de la Fundación Banesto, además ha colaborado y asesorado a numerosas instituciones y entidades. 
“No me retiro, en absoluto, al contrario, voy a seguir trabajando, además de en la feria, en las tasaciones y comisariado de exposiciones, como vengo haciendo hasta ahora. También tengo un proyecto muy interesante, que pondré en marcha posiblemente a partir de octubre en un espacio que utilizo de almacén en Rekalde. En él, pienso realizar algunos encuentros puntuales con artistas, presentar alguna obra relevante... Mi intención es acercar al artista al público”, explica.

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