sábado, 20 de diciembre de 2014

La Regata del Gallo, mañana en El Abra






Las aguas del Abra acogen un año más por estas fechas una de las regatas más espectaculares y participativas de la vela en el Cantábrico. La clásica y masiva Regata del Gallo es, en plena Navidad, uno de los referentes del deporte vizcaíno durante esta época vacacional. La impresionante estampa de 80 cruceros navegando bajo el Puente Colgante, con sus grandes velas de color desplegadas al viento, es retratada por los muchos aficionados que se apostan en ambas orillas de la Ría.
Mañana, a partir de las 12 horas, y si las condiciones del tiempo lo permiten, alrededor de un centenar de embarcaciones de la clase crucero y de la clase J 80 partirán desde la dársena de la Benedicta de Sestao para cruzar el emblemático puente de Bizkaia. Desde este punto tan especial y único, las tripulaciones navegarán ya hacia las aguas del Abra, donde completarán un recorrido de unas 10 millas para decidir a los últimos ganadores del año. El paso por el mítico puente resulta siempre de lo más espectacular y es una estampa maravillosa.
Esta prueba resulta una de las más esperadas por todos los regatistas -aproximadamente unos 400-, que posibilitan que esta Regata del Gallo sea la prueba más concurrida de cada temporada de vela junto a la Regata a la Inversa del 1 de mayo. El punto final del calendario de regatas de 2014, programado por el Real Club Marítimo del Abra-Real Sporting Club, es de lo más interesante y sugerente. Por ello, muchas personas se ubican en las orillas de Portugalete y de Las Arenas para fotografiar este fabuloso grupo de barcos. La instantánea más buscada por todos es el paso inicial de la regata por el Puente Colgante antes de enfilar el Abra.
Casi toda la flota vizcaína estará presente mañana 20 de diciembre en una regata cuyo colofón tendrá lugar después en el Real Club Marítimo del Abra-Real Sporting Club, con una alubiada y la entrega de premios de algunas de las regatas sociales del año. También se conocerá en quien recae el Premio Gallo, a la tripulación o regatista más destacados del año 2014, y el Premio Pata, a quien sea escogido por cometer la pifia que más ha dado que hablar en este deporte de la vela durante las competiciones de esta temporada que ya termina.
Los ganadores finales del año pasado fueron el ‘Taranta’ de José Luis Ribed en la clase A, el ‘Gaitero’ de Juan Valdivia en la B, el ‘Aizian’ de Pedro Hernández Zayas en la clase C y el ‘Punto Marinero Eskarra’, ahora ‘Biobizz’ de José Azqueta en la clase J 80.

jueves, 18 de diciembre de 2014

Claro que se puede Bilbao defiende la ruptura con la política tradicional




La candidatura Claro que se puede Bilbao al Consejo Ciudadano de Podemos en la capital vizcaína, que se ha presentado oficialmente este miércoles, defiende la "ruptura total con los medios antiguos de hacer política" y la "lucha implacable contra la corrupción".
El portavoz de la candidatura Claro que se puede Bilbao, Fernando Cuadrado, ha explicado que esta candidatura está formada por "compañeros que somos profesionales, jóvenes, padres de familia, pero sobre todo, personas decentes".
Según ha indicado, Claro que se puede Bilbao "defiende y la continuación de aquellos documentos que se presentaron en la asamblea de Bilbao y aquellas candidaturas presentadas por todos los círculos que, en la asamblea de Vista Alegre, lograron el 80% de la mayoría y que, en este momento,rige el desarrollo del partido Podemos a nivel estatal".
"Queremos un progreso social, justicia, igualdad y, sobre todo, seguir con una lucha implacable contra la corrupción", ha señalado, para defender también "una ruptura total con esos medios que hay antiguos de hacer política".
La candidatura está encabezada por Diego M. Guerin, doctor en Física, Jefe de grupo de investigación, e investigador en la Universidad del País Vasco. Guerin está asentado en Bilbao desde hace once años,sin militancia ni afiliación previa en partidos ni sindicatos de España ni del País Vasco.
Le acompañan en la candidatura Elixabet Diestre, José Luis Mintegia, Yara Pinar, Kepa Roncero, Carmen Pardo, Juan Luis Mata, Eloísa Revilla, Fernando Cuadrado, Agurtzane Marin, Juan Manuel Hernández, Olag Domingo y Carmen Sola.

lunes, 15 de diciembre de 2014

‘Efecto Guggenheim’: así se hizo





Viajar de Bilbao a Vitoria en helicóptero para visitar al lehendakari y luego darse una vuelta y conocer Euskadi a vista de pájaro podría figurar entre las más legendarias bilbainadas, que así se denomina el gusto local por la megalomanía inofensiva. Sucedió en abril de 1991, en una de las primeras tomas de contacto previas a la firma en 1994 del Acuerdo de Gestión entre la Fundación Solomon R. Guggenheimy las autoridades vascas. Aquel pacto, del que el próximo domingo se cumplen 20 años, se ha renovado por dos décadas más.
“Tom [Thomas Krens, zar de la institución neoyorquina entre 1988 y 2008, hasta su salida por un enfrentamiento con el patronato] quedó tan impresionado por el recibimiento que decidió que se haría en Bilbao”, recuerda Carmen Giménez, mujer clave en el arte español y responsable última de aquel sobrevuelo. Giménez había conocido a Krens en los ochenta, década en la que esta desarrolló, con el apoyo del ministro Javier Solana, un influyente programa al frente del Centro Nacional de Exposiciones, germen del Reina Sofía. Cansada de la política cultural, aceptó el cargo de conservadora del arte del siglo XX de la institución neoyorquina, cuya sede de la Quinta Avenida, tan exquisita como limitada, obligaba a la expansión para garantizar su supervivencia.
Con los intentos de abrir sedes en Salzburgo y Massachussets en vía muerta, España (“que fascinaba a Krens por su modernidad y dinamismo”, recuerda Giménez) pareció una buena idea... sí, pero ¿dónde? Las primeras reuniones las organizó Giménez con directivos del Banco Bilbao Vizcaya. Se pensó en un emplazamiento en la calle de Alcalá de Madrid, pero los planes se truncaron. Se coqueteó con Barcelona, Sevilla y Santander, aunque ninguna ciudad ofreció la complicidad política de Bilbao. Gran parte del entusiasmo se debió a Juan Luis Laskurain, diputado de Hacienda. “Fue [el historiador] Alfonso de Otazu quien nos recomendó que fuésemos a los que gestionaban el dinero y no a los responsables de Cultura”, justifica Giménez.
Aquel consejo define bien el devenir del proyecto museístico, que desde el primer momento primó los aspectos económicos sobre los artísticos. “En el ánimo inicial no estaba ilustrar a las masas bilbaínas [los vizcaínos son el 10% de los visitantes], sino relanzar la ciudad en un momento crítico. Y Laskurain tuvo el olfato”, afirma Iñaki Esteban, periodista de El Correo y autor de El efecto Guggenheim. Del espacio basura al ornamento (Anagrama, 2007), sorprendente mezcla de ensayo filosófico e investigación periodística.

El Bilbao de finales de los ochenta era una ciudad desalentada, acosada por la reconversión industrial, la conflictividad social y la heroína, una ruina tiznada por las últimas bocanadas de los Altos Hornos de Vizcaya y un desastre en términos urbanos y de imagen. “El País Vasco por aquel entonces era en EE UU conocido básicamente por la crisis y el terrorismo”, recuerda Laskurain.
La reanimación arrancó en realidad con los proyectos de construcción del metro, el saneamiento del Nervión, un enorme estercolero, y la truncada puesta en marcha de un centro de arte contemporáneo pensado por Jorge de Oteiza y Francisco Javier Sáenz de Oiza con forma de cubo de cristal en el viejo almacén de vinos de la Alhóndiga. “Krens sopesó la idea de usar ese edificio, pero prefirió construir un monumento”, explica Laskurain, que acompañó al gestor en aquella excursión en helicóptero y fue testigo de la noche en que “tras cenar en un restaurante, Krens pidió volver andando al hotel y tuvo una revelación con el espacio, entonces conocido como la Campa de los Ingleses, donde se levantaría el Guggenheim”.
El Ayuntamiento hizo las gestiones para disponer del terreno de Abandoibarra en que erigir el diseño de Frank Gehry, elegido en un concurso con tres candidatos. De aquella justa salió triunfador un arquitecto, pero también un material: el titanio, que recubrió el icono y sirvió de símbolo al efecto Guggenheim, convertido rápidamente en un mito planetario de regeneración urbanística con coartada cultural rara vez reproducido; unas 130 ciudades se han dirigido desde entonces a la fundación neoyorquina.
El Gobierno vasco se involucró rápidamente con la Diputación en el proyecto, con Joseba Arregi como consejero de Cultura. Socios del Guggenheim Bilbao desde entonces, ambas administraciones pagaron a la fundación neoyorquina 20 millones de dólares, desembolsados en dos partes, en 1992 y 1993, por el disfrute de la colección durante 20 años.
Aquella alianza haría necesario el apoyo en el parlamento vasco del Partido Socialista, que impuso como condición que la superficie del edificio se redujese a la mitad. Gehry solo aceptó acortar su sueño en una tercera parte. Inaugurado en 1997, acabó costando 100 millones de euros y se entregó, por inaudito que resulte, en tiempo y forma.
“El resto de los partidos y gran parte de la opinión pública se opuso ferozmente al Guggenheim”, recuerda Laskurain, que dejó en 1992 el barco para trabajar en el Tribunal Vasco de Cuentas, pero dejó al timón a su colaborador Juan Ignacio Vidarte, director general del museo desde su apertura en 1997. “Era la mejor opción, como ha demostrado su excepcional trabajo”, opina Giménez. “A mí me ofreció Krens ese puesto. Recuerdo cuando le dije que no, estuvimos discutiendo hasta las dos de la mañana. Ni siquiera encendimos la luz, tanta era la tensión”.
Vidarte, 18 años en el cargo y superviviente de un par de escándalos (entre ellos, un desfalco de medio millón de euros por un miembro de su equipo), ha pasado la semana en Nueva York, donde el patronato de la Fundación Guggenheim aprobó la prórroga, que ya había recibido el visto bueno de sus homólogos bilbaínos. Vidarte ve la renovación “como un reconocimiento a la labor que se ha hecho en este tiempo”. “Ahora comienza una relación mucho más equilibrada, más de colaboración que de tutelaje”.
El pacto, que se sustancia en un pago de 1,92 millones anuales, incluye, entre otras cosas, que Bilbao cuente con la figura de un conservador del museo neoyorquino de modo permanente, así como el derecho a una presentación cada dos años de obras de la colección (del estilo de la que llena estos días casi todo el espacio de las salas del edificio de Gehry). También implica retomar la aportación, que la crisis interrumpió, de seis millones de euros anuales de Diputación y Gobierno vasco para adquisiciones de la aún modesta colección permanente, que cuenta con unas 130 piezas. La sede bilbaína, que recibió 931.000 visitantes en 2013, extranjeros en un 65%, contará en 2015 con un presupuesto de 27,7 millones, autofinanciado en un 70%.
“Esperemos que se aliente la producción científica desde dentro del museo como prometen, y que sean capaces de algo más que recibir muestras ajenas”, explica el escultor Txomin Badiola en su estudio bilbaíno. Badiola, uno de los primeros creadores vascos a los que el museo compró obra para la colección, mantuvo una actitud escéptica durante el proceso, como casi todo el sistema artístico de la ciudad, que reclamaba una mayor atención al contexto vasco.
Esa oposición se siente aún en el tejido creativo de base de la ciudad, que bulle, ajeno al museo, con propuestas como ColaBoraBora (uno de cuyos miembros, Ricardo Antón, cree que la institución ha contribuido a perpetuar el “monocultivo cultural”) o Consonni, agencia nacida el año en que fue inaugurado el centro. Su directora, María Mur, opina que el museo se hizo y aún se hace a espaldas de la ciudad. “Se ha conseguido que los bilbaínos integren al Guggenheim en su imaginario hasta el punto de que es una de las tres cosas con las que no te puedes meter aquí (las otras son el Athletic y la Virgen de Begoña), pero creo que el Guggenheim no ha hecho el esfuerzo por asimilar a la ciudadanía”.

domingo, 14 de diciembre de 2014

“El programa artístico de Bilbao es uno de los más interesantes de Europa”







Esta misma semana el Patronato de la Solomon R. Guggenheim de Nueva York ha dado un rotundo sí a la renovación del acuerdo por otros 20 años con el Guggenheim Bilbao. Era el trámite que faltaba, después de que el convenio hubiera sido aprobado por la Fundación del Guggenheim Bilbao el pasado día 3. Lejos han quedado las reticencias de hace 20 años, cuando Thomas Krens, por aquel entonces director de la Fundación neoyorquina, confesaba que habían tenido muchas dudas de elegir a Bilbao como sede de un nuevo Guggenheim. “Creíamos que ciudades de menos de cuatro o cinco millones no eran el lugar para instalar un museo de clase mundial. No era la escala correcta”, ha confesado Krens en varias ocasiones.
Veinte años después, la relación entre ambos colegas (como ambos patronatos se han denominado) ha madurado y se ha fortalecido. Ni Bilbao quiere prescindir del Guggenheim ni la Solomon R. Guggenheim quiere renunciar al museo bilbaino, que ha conseguido incluso igualar en número de visitantes a su sede neoyorquina. Desde su inauguración en 1997, el Guggenheim Bilbao ha recibido cerca de 17 millones de visitantes, una media de un millón anual y ha exhibido casi 140 muestras. 
El actual director de la Solomon R. Guggenheim, Richard Armstrong, ha sido uno de los protagonistas en las negociaciones para la renovación de la colaboración con las instituciones vascas que han derivado en un “acuerdo ventajoso” para ambas partes. Armstrong, que sustituyó a Thomas Krens en 2008, supervisa el universo Guggenheim: el museo de Nueva York, la Peggy Guggenheim Collection de Venecia y participa en los órganos de gobierno del Guggenheim Bilbao representando como Patrono fundador a la Fundación neoyorquina. Tras la aprobación del acuerdo, valora en esta entrevista para DEIA el impulso que supondrá el nuevo acuerdo para el museo bilbaino y para el universo Guggenheim.
“Estos veinte años han sido históricos, empezando por el diseño, la construcción, y el afecto universal que ha suscitado el edificio de Frank Gehry”, dice Armstrong, que a diferencia de su predecesor, que llegó a la cima con un MBA pero poco experiencia práctica curatorial, ha pasado mucho tiempo trabajando en los museos desde dentro. Licenciado en Historia del Arte, obtuvo una beca en el Museo Whitney y llegó a trabajar como asistente de artistas consagrados para pagarse el alquiler de su casa.
Por eso, desde el sillón que ocupa en la actualidad, dirigiendo una de las galaxias de arte más importantes, no duda en afirmar “que el programa artístico del Guggenheim es uno de los más variados e interesantes de cualquier museo de Europa. ¿En qué se basa su éxito? Durante estos años, la Fundación Solomon R. Guggenheim ha prestado miles de obras de su colección para las exposiciones de Bilbao, además ha sido excepcional el trabajo del personal del Guggenheim Bilbao, liderado por Juan Ignacio Vidarte, para presentar exposiciones importantes, tanto las organizadas por Nueva York, como por los otros museos europeos como el Centro Georges Pompidou, de París; el Kunsthistorische Museum, de Viena; la Fundación Beyeler, Riehen; así como la Tate y la Royal Academy de Londres. Estos esfuerzos de cooperación, así como una estrategia de colecciones cuidadosamente concebidas, han sido cruciales para el éxito del Guggenheim Bilbao”. Armstrong incide en que “el Guggenheim se ha convertido en sinónimo de experiencias excepcionales en sus múltiples museos -Bilbao, Venecia, Berlín durante 15 años, y, desde luego, en Nueva York- . El público, en general, reconoce y confía en todos estos Guggenheim para ofrecer visitas memorables, y muchos visitantes no sólo acuden habitualmente a exposiciones, ¡algunos incluso visitan todos los Guggenheim del mundo!”.
ACUERDO Ambos socios “hemos profundizado y madurado en esta relación durante 20 años; anticipamos además una estrecha cooperación en los próximos 20 años también. La confianza es crucial para este tipo de acuerdos”, opina Armstrong. 
Lo que hace 20 años era una incógnita ahora es una certeza, y esta nueva realidad ha permitido a las instituciones vascas un acuerdo adaptado a la situación actual, reflejando en el texto este equilibrio de relación entre iguales. Entre los servicios que se reciben de Nueva York, además de tener un acuerdo exclusivo con una institución cultural que opera en el ámbito global, Armstrong destaca “el fuerte respaldo para préstamos de obras de arte”, además del compromiso a programar una gran exposición con los fondos de Nueva York cada dos años; “un nuevo curator de Bilbao, en Nueva York, seguros complementarios; se formaliza, asimismo, la presencia en el Patronato de Nueva York de un representante de las instituciones vascas”, una situación que, de hecho, ya ejerce el exvicelehendakari Jon Azua desde el inicio de la colaboración. 
Cambia también el modelo de relación económica que se ha mantenido hasta ahora. Se ha estado pagando una cantidad variable cada año en función de los servicios que la fundación neoyorquina ha prestado a Bilbao. Ahora pasa a ser una cantidad fija de 1.920.000 euros anuales, que incluye además los nuevos proyectos de colaboración. Armstrong anuncia que “todos los directores de museos se reunirán anualmente para debatir las políticas destinadas a mejorar la coordinación de los esfuerzos entre Bilbao, Venecia, Nueva York y Abu Dhabi. De esta manera, continuaremos fortaleciendo los museos a nivel global a través del intercambio y las iniciativas conjuntas”. 
En cuanto a las voces que acusan a la Fundación de Nueva York de imponer exposiciones y adquisiciones de obras de arte, Armstrong es contundente: “El programa de exposiciones y el plan de adquisiciones se elaboran de forma conjunta”.
El director de la Fundación Solomon R. Guggenheim no está de acuerdo tampoco con algunas afirmaciones vertidas sobre que se presta poca atención a los artistas vascos. “Siempre hemos buscado dar oportunidades a los creadores vascos, no solo planteando programas atractivos, sino también adquiriendo obra para la colección del Guggenheim Bilbao”.
GALAXIA GUGGENHEIM Armstrong se refiere a la propuesta para construir un Guggenheim en Helsinki, con el cual la galaxia Guggenheim contaría con otro museo en Europa. “Al concurso de ideas inicial concurrieron 1.175 proyectos. La semana pasada se seleccionaron seis propuestas, que deberán desarrollarse en detalle. Esperamos seleccionar una para este verano, aunque reconocemos que todavía no se han tomado las decisiones políticas importantes relativas a la financiación del proyecto y a su futuro”.
El director de la Fundación neoyorquina vuelve a poner como ejemplo a Bilbao: “Son dos ciudades muy diferentes, pero tenemos la esperanza de que en Helsinki se produzca otro efecto Bilbao, una ciudad cuyo museo revitalizó la economía, atrajo el turismo y dio a la región una gran proyección internacional”.
La galaxia Guggenheim se completa con otros tres museos: el de Nueva York, del que Armstrong también es el director, Venecia, y el de Abu Dhabi, en construcción. “El Museo de Nueva York goza de muy buena salud, atrayendo a más de un millón de visitantes al año, con la presentación de programas y exposiciones excepcionales e innovadoras. La crisis económica nos afectó, como a todos, pero se incrementaron los presupuestos y ahora está más fuerte que nunca”